SER MADRE SIN DEJAR DE SER NIÑA
Mariana tomo a su bebe y lo llevó a su pecho. Julio camina frente a ella y le grita. Pero al sentirse ignorado la toma de los cabellos y le dice lo mucho que la odia. El llanto del niño sube de tono y se escucha hasta la siguiente esquina del vecindario. Un vecino se asoma por una de las ventanas y le grita que dejen dormir. Julio recrimina a Mariana por la reprimenda escuchada. El silencio en Mariana enfureció más a Julio que sin pensarlo le suelta un golpe estrellándoselo en el rostro. Ella cae de espaldas lanzando al niño a un lado. Julio levanta al niño y lo alza para llamarle la atención por los lloridos que emite. Mariana toma fuerza y se pone de píe para acercarse a Julio y quitarle de sus manos a la criatura. Se da la media vuelta y se retira a pasos agigantados mientras Julio vocifera en contra del niño y de la portadora del mismo.
Mariana camina por largo tiempo hasta llegar a una casa en medio de la calle. La luz interior de la casa está prendida a pesar de ser madrugada. Se acerca a la puerta y se impulsa para tocarla, pero antes de que su mano llegue a la superficie se escucha la discusión de una mujer y un hombre en el interior de la casa. No me grites, dice la mujer dentro de la casa, no me grites. Yo te grito las veces que yo quiera, dice el hombre sosteniéndola del brazo. La gente se va a despertar, dice la mujer. Me vale un comino, es mi casa y aquí hago lo que yo quiero, menciona el varón. El niño de Mariana comienza a llorar y alerta a las dos personas en el interior de la casa. Lo que faltaba, dijo el hombre. Sólo faltaba eso, que tu hija llegara otra vez a esta casa. De seguro aquel vago ya la corrió. Como si no tuviera suficientes problemas aquí en mi casa. Déjala viejo, dijo la señora, ella sufre mucho. Yo no le dije que se fuera de la casa, respondió el señor. Es una niña, no le hables así, dijo la señora. Eso le pasa por estúpida, contesto el varón. Mariana toma valor y entra a la casa. --Si me fui de la casa fue porque ya no te soportaba papá. --Y si ya no me soportas, ¿por qué vienes otra vez? –No cambias, no cambias. Sigues igual de borracho. Por eso me largué, no aguantaba verte más así. Todo el tiempo borracho, golpeando a mi mamá. –Te me largas ahora mismo de esta casa, no te quiere ver nunca. Sólo eso me faltaba que me echaras en cara tu fracaso con ese pelafustán. –Me largo papá, me largo. –No hija, grita la mamá. No te vayas, no le hagas caso, está borracho. –hay mamá no sé cómo le aguantas tanto. –Lárgate de mi casa, le grita el papá. –Me largo, ya suficiente he tenido hoy para seguirte soportando también a ti papá. Mariana sale de la casa azotando la puerta con su niño en brazos y llorando los dos sin consuelo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario