Los viejitos...
Lo que eres ahora, es el producto de mi esfuerzo y perseverancia por tí.
Cuando en algún tiempo mientras conversamos y me llegue a olvidar del tema del que estamos hablando, dame todo el tiempo que sea necesario, hasta que yo recuerde; y si no puedo hacerlo no te burles de mí. Tal vez no era importante lo que hablaba pero a mí me bastaba con que sólo me escucharas ese momento.
Si alguna vez ya no quiero comer, no me insistas. Sé cuánto puedo hacer y cuánto no debo hacer. También comprende que con el tiempo ya no tengo dientes para morder ni gusto para sentir.
Cuando me fallen mis piernas por estar cansadas para andar, dame una mano tierna para apoyarme, como lo hice yo cuando comenzaste a caminar con tus débiles piernitas.
Por último, cuando algún día me oigas decir que ya no quiero vivir y sólo desearía morir, no te enfades. Algún día entenderás que ésto no tiene nada que ver con tu cariño ni con cuánto TE AMO. Quizá si me expresaras que todavía te soy útil cambiaría de opinión.
Siempre quise lo mejor para tí y he preparado los caminos que has debido recorrer.
Piensa entonces, que con el paso que me adelanto a dar, estaré construyendo para tí otra ruta en otro tiempo, ¡Pero siempre contigo!
No te sientas triste o impotente por verme como me ves. Dame tu corazón, compréndeme y apóyame como yo lo hice cuando empezaste a vivir.
De la misma manera como te he acompañado en tu sendero, te ruego me acompañes a terminar el mío. Dame amor y paciencia que yo te devolveré gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por tí.
No debemos olvidar a nuestros viejitos (Abuelitos, Padres, Tíos, o simplemente amigos y conocidos de la tercera edad) que nos han fortalecido el débil camino de la vida. ahora, es tiempo de gratitud, dándoles lo mejor de nosotros, sonrisas, abrazos, apoyo y sobre todo de alguna manera corresponder a ese amor que ha hecho de nosotros lo que hoy somos...
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